lunes, 24 de marzo de 2008

Música popular en sábado santo en Altos de chavón

Altos de chavón. La música se hizo costumbre en el sábado santo que en los últimos años ha puesto a vibrar las legendarias piedras del anfiteatro Altos de Chavón.

¿Recuerdan el inolvidable concierto para esta fecha de un Marc Anthony acompañado de su adorable Lola?

¿O el del argentino Diego Torres, del año pasado?

Y aunque la cartelera de este año no contó con celebridades de su calibre, lo cierto es que El Gran Combo de Puerto Rico aún tiene su salsa, y sino pregúntenle a las pocas más de dos mil almas que estuvieron la noche del pasado sábado en Altos de Chavón.

Vestidos de manera inmaculada -aunque de negro-, de traje y corbata y con ese swing que sólo conservan las leyendas vivientes de la música tropical, los intérpretes del hit “Me Liberé” liberaron el entusiasmo del público que horas antes coreó los éxitos bachateros de un cada vez más egocéntrico Frank Reyes y un Rubby Pérez que en escena ya habla más que el mismísimo Sergio Vargas en sus mejores tiempos.

Pero volvamos a los legendarios salseros de Puerto Rico. Desde que salieron al escenario, faltando minutos para las 11:00 de la noche, el público se despegó de sus asientos, y muy entusiasta acogió con algarabía el filón de éxitos de estos señores que ya tienen edad suficiente para cantar como majestades.

Una orquesta finísima, voces afinadas y una noche inolvidable.

Entre merengues y bachatas

La apertura de la velada estuvo a cargo de Frank Reyes, un bachatero que hoy día cuenta con un repertorio de éxitos envidiables.

El artista repasó en una hora algunas de sus canciones más emblemáticas, y de las tres atracciones de la noche, fue quien tuvo que enfrentarse a un anfiteatro con menos público.

Afectado probablemente por la poca promoción y la premura con que se armó el concierto del sábado santo -por parte de Casa de Campo- la convocatoria no fue la que se esperaba, cuando los cálculos aproximados dan cuenta de que esa noche sólo habían alrededor de dos mil personas.

Sin embargo, Reyes dejó la pista encendida, para que el merenguero Rubby Pérez hiciera levantar al público de sus asientos, precisamente motivados porque sus primeras canciones correspondieron a su época dorada de mediados de la década de los 80.

Hay que decir que Rubby se las arregla para animar a la gente y su cierre dejó un sabor de “oye no te vayas”. La gente lo gozó.

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