Y sabe, además, llevar el relato sin tropezones, sus transiciones tienen fluidez y por ello ese guión discurre con cierta elegancia.
Puede que la historia, que se jacta de ser “tomada de la vida real”, no sea precisamente lo mejor que hayamos visto como cine de denuncia, pero no se le puede pedir todo al hombre.
Ese guión lo escribieron él, o sea, Báez, junto a Franklyn Soto, y como tal no está nada mal, aunque, si a nosotros nos hubieran preguntado (vaya Almánzar, ínfulas de “consultor”) posiblemente hubiera suprimido de un solo tajo todo lo relativo a Laura, porque los diálogos más hueros de todo el film son los que corresponden a su personaje y a esa idea un tanto boba de que el narco y asesino iba a cambiar de forma de pensar por estar enamorado de ella…luego de tantos muertos, de tantas amantes, de tantos hijos por la calle y por todas partes que nunca se ven.
Nos da la impresión, insistimos de que la película hubiera funcionado igual sin toda esa sensiblería del criminal enamorado contribuyendo a las buenas obras para ablandarnos el corazón a los espectadores y, aparte, un personaje “cliché”: la asesina despiadada; pero, por supuesto, el asunto no dependía de antojos nuestros sino de ese Fernando Baez que, podríamos apostar, creemos es capaz de hacer mejores
